Disruptivos, la casa de 9 habitaciones y el fantasma de Eisenhower

Los que nos dedicamos a esto del marketing pasamos muchas horas recibiendo la temible radiación de las pantallas. Además, de sufrir entumecimientos en los dedos de hacer tanto scroll, dolores de cabeza con analíticas de todo tipo, y soportar las duras advertencias de mamá sobre que ‘tanto internet no debe de ser bueno para el cuerpo’.

Entonces, qué mejor remedio que salir de la urbe buscando algo de silencio —con algún rebuzno de borrico— y respirar aire limpio para poder charlar con el equipo durante, nada más ni nada menos que, tres días y dos noches sin interrupciones mundanales. 

John Muir, filósofo y naturista dijo algo parecido a ‘Andar por la naturaleza te hará recibir mucho más de lo que buscas’. Eso fue lo que hicimos, salir del despacho en busca de naturaleza y respuestas.

Lo hicimos en marzo, y lo hemos vuelto a hacer en diciembre.

 El equipo juntos rollo Stranger Thing. Josema y Javi encontraron unas naranjas que parecían cultivadas con plutonio. ¡Eran gigantes!

9 habitaciones para 9 huéspedes

La familia crece. Lo que fue en un principio un dúo formado por Javier y Jose Luís unidos por el math rock y los riffs de guitarra, se fueron sumando María y Violeta lo que desembocó a la mejor idea de sus f****** lives: crear la Agencia Disruptivos.

“Ayer” se hubiesen apañado con una habitación con litera, pero ahora la empresa ha crecido exponencialmente y se ha convertido en un grupo de más de nueve componentes con distintos perfiles profesionales y un denominador común: ser nativos digitales

Así que el viernes salimos de camino a Riogordo en tres coches para reunirnos en una gran casa rural más grande que la de Hill House. No antes sin hacer una parada en la clásica Venta el Túnel; famosa en Málaga por sus platos ligeritos como el Lomo en Manteca, las Migas, los Callos y la Cazuela de Arroz. 

Aquí estamos, recién almorzados con ganas de una siesta de 300 años.

Y aunque lo que pegaba era echar una cabezada tirados en la cuneta de la carretera, los dueños del casoplón nos esperaban impacientes para darnos la llave a un fin de semana navideño muy especial. Así que después del café partimos hacia nuestro destino con la barriga llena.

Una vez fuera de la carretera comarcal dejando atrás la civilización, llegamos a la casa y tras colocar los macutos en el suelo de la entrada; lo primero que hay que hacer en un grupo de personas que van a dormir juntas en el mismo techo es identificar tres cuestiones: quién es el sonámbulo. Quién el que ronca y quién es un hombre lobo. — la licantropía is real—.

Una vez averiguado quién es quién, se reparten las habitaciones y se prende la chimenea para entrar en calor con la primera sesión de trabajo en el maravilloso enclave de Huerta del Río. Donde la fotografía del atardecer reflejado en el agua de la piscina no hace justicia a la belleza campera de alrededor, ni a su cielo libre de esmog.

El espíritu de Eisenhower 

Todos sentados en la gran mesa del comedor, vestigio de que en antaño las familias eran numerosas y se requería de espacio, tomamos asiento con nuestros portátiles y comenzamos la primera sesión del viernes.

El workation se abrió con la matriz de Eisenhower. Este presidente estadounidense dijo ‘Las decisiones más urgentes rara vez son las más importantes’. Con esta cita fuimos desglosando la manera de identificar qué tareas deben ser atendidas o cuales pueden esperar abriendo el debate a muchos otros temas.

Durante los tres días de convivencia estuvimos hablando sobre eficiencia en el trabajo, comunicación, solución de problemas, liderazgo…, optimizar resultados dentro de un tiempo dividido en: recopilación, consolidación e implementación. Se habló de gestión, de marketing, de equipo. Las manchas imborrables de la pizarra puede dar fe de que hubo mucho que apuntar.

Así que durante estos días tuvimos la presencia de Dwight David Eisenhower, Jeffrey Fox, Mikael Krogerus, Roman Tschäppeler y otros genios inspiracionales.

La experiencia de estar todos en casa fue la oportunidad para interactuar con todos los miembros que forman la agencia. Se pudo hablar de temas triviales y conocer un poco más y mejor a los nuevos (como yo) y a los viejunos.

Para terminar, no todo fue hablar de matrices, mapas conceptuales, listas y flujos de trabajo, también hubo juegos de resolver casos misteriosos, partidas al ajedrez, guitarras, paseos por el río, paletas, y por supuesto desayunos-almuerzos-meriendas-cenas altas en carbohidratos y grasas.

Y, sobre todo, hubo muchos chascarrillos de la serie The Office que, por cierto, me lo apunto en Asana como tarea pendiente para la próxima convivencia de Disruptivos.

Mientras, feliz Navidad a todos.

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Lo que no te mata, te hace más disruptivo.

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